viernes, agosto 31, 2007

Desayunando en Tiffany's

Trato, con toda la fuerza de mi espíritu indomable, con toda la elegancia de mi porte gallardo y viril, con toda la seguridad que emana mi persona despierta, inteligente y aguda, y con toda la prestancia de una actitud siempre positiva, de fingir que tengo algo más importante qué hacer después del desayuno frente al diario y en la esquina del éxito. Todo esfuerzo es inútil. No importa a cuántos comensales pueda yo engañar, no me puedo engañar; el desayuno frente al diario y en la esquina del éxito, es el punto cúspide de mi día... de ahí, todo es de bajada.

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