Me vienen a la mente los párrafos finales de aquella novela
de Ian McEwan: Solar. En una trepidante concatenación de eventos finales,
contundentes, la acción llega a un momento culminante: todo termina en un dolor
que fácilmente puede confundirse con el sentimiento inmediato del amor
paternal…
No estoy bien; eso queda claro y está dado por hecho. Pero
hoy, tal vez sólo hoy, los temblores en mis manos, el ancla de mis entrañas en
el suelo, el vapor de mi alma escapándose, las voces haciendo piruetas en la esfera
de mi cráneo, y el llanto que no piensa salir jamás, no están relacionados con
mi cadalso… son sólo manifestaciones físicas de la espera, de la expectativa,
de lo que viene, de lo que sé que viene, me espera, me merezco, me va a partir
en dos.
No sé si en esta ocasión pueda yo con golpe; mi cuerpo tiene
un acumulado que no se puede soslayar. Pero no me quiero morir. Menos que
nunca.
Up or out. Así funciona para algunos. Down and out. Así
parece funcionar para mí.
¿Qué pensa
ba yo? ¿Qué por el simple hecho de que soy un
enfermo las letras iban a salir de mí? Una expiación anunciada… nada de eso.
Ahora a la tierra; al suelo. Ahí es donde puedo pisar firme; comenzar de nuevo.
¿Oportunidad? No está de más verlo así.
Tengo un secreto; no se lo puedo decir a nadie. Lo
interesante es que todos lo saben… pero es secreto.
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