jueves, noviembre 14, 2013


Debe haber una salida… pero no la encuentro. ¿Una salida? Es posible que lo que yo necesite no sea una salida; tal vez yo necesito una entrada… una puerta a otro lugar más que una puerta DESDE este lugar. Lo que parece más claro, y que realmente no lo es tanto, es que aquí no es un aquí y allá es ese otro lugar, salida o entrada, que debe estar mejor… aunque si somos honestos desde lo más profundo de la racionalidad, aquí no está tan mal… sólo no puedo respirar. Y eso no me deja pensar bien… no puedo respirar, me ahogo… pierdo perspectiva. No sé qué proceso mental me lleva a pensar que al salir de aquí, o al entrar allá, mejore mi situación y pueda yo respirar… que no me ahogue digamos… no lo sé. No tengo elementos, excepto los inmediatos y coyunturales, es decir los del aquí y ahora, no los del allá y después, para llegar a la conclusión de que allá es mejor que aquí, y que después debe ser mejor que ahora; tal vez sea la falta de aire. Seguro es la falta de aire.

Me han alcanzado los números; un destino inexorable como perfectamente predecible. Sólo me queda escribir sobre el asunto, con la esperanza de que pueda yo respirar después de derramarme. Ha ocurrido anteriormente, así que puedo intentarlo ahora. ¿Cómo sería eso? No lo sé bien; tal vez es el efecto de repartir la infección, no quedársela uno dentro y sacarla y ventilarla… derramarme pues. ¿Mejora mi perspectiva? Dicho sea con honestidad, escribir no la mejora tanto como otros hábitos (malos, muy malos hábitos por cierto) que centran el efecto vaporoso de sus impactos en la disolución de los filtros que no permiten la perspectiva, de manera mucho más efectiva. Pero el cántaro se resquebraja, se debilita, se llena de nada, pero no permite que nada más entre. Pierdo piso por ganar perspectiva, digamos. Porque al final y al principio de la historia, el hecho de que los números me han alcanzado es inalterable.